Mittwoch, 21. Oktober 2009

Ella no lo escucha

http://ellanoloescucha.blogspot.com/2009/08/lamentacion-iii.html

Todos se sienten demasiado importantes para cerrar la boca, lo que quieren es hablar de más, muy de más. El problema es la sordera. […] nunca he entendido cómo es que la gente está tan encerrada en sí misma, creyéndose el centro del mundo, sin preocuparse ni por un instante en cómo se encuentran los demás. Luego, para no sentirnos tan mal viene la pregunta, como quien dice algo sobre el clima,"¿y tú cómo estás?" (así nos vamos todos tranquilos a casa).

Escuchar no es sólo oir. Escuchar no es asentir con la cabeza y dar la razón, sí, sí, exacto - y de pronto cambiar el tema. Escuchar no es tomarlo como impulso para una próxima historia sobre uno mismo. Escuchar no es olvidarse de pronto. Más bien es recibir las informaciones, pensarlas, cambiar las perspectivas para entender bien los hechos descritos, pensar en analogías que podrían dar nuevas ideas, dar opiniones o consejos. Si alguién de hecho escucha - la plática no se acaba en el momento que los que hablaron se separan. De hecho nunca de acaba, porque las informaciones y ideas nuevas se quedan en la memoria. Y uno sigue pensándolas, encontrando otras analogías en otras pláticas, en otras situaciones.

Pero el escuchar a los demás no sólo se refiere a estas acciones físicas. También es una forma de vivir - o más bien CONvivir. La idea mencionada de sentirse el centro del mundo impide que uno trata a los demás como él mismo querría que lo trataran. Cree que puede criticar a todos, pero cualquier comentario crítico hacia él hace caer a su mundo. Cree que los demás tienen que sacrificarse por él, pero raramente les ofrece ayuda a ellos. Cree que su vida es la más chingona, pero lo que los demás trabajan, estudian o por lo que pasan en su tiempo libre es una mamada. Por eso obvio que su tiempo es mucho más valoroso y igual por eso los demás tienen que adaptarse a sus reglas y órdenes. Su vida es tan chingona y importante que todos están obligados a quererlo, a importarse en cada ocasión con él, a interesarse por las cosas que le interesan a él. ¿Y qué en cambio hace para los demás? Pero pues qué - ¿no es suficiente su presencia? Deben tomarlo como un gran honor poder participar en su vida, alegrarlo, leer sus pensamientos, salir con él, dedicarle su tiempo y esfuerzo. Y no sólo la sordura impide que uno aprenda que no es el centro del mundo. Sino también la cegura ante la realidad. Viviendo con la preocupación de que podría resultar que uno no es la persona buena que se creía, cerrando los ojos y justificándose. Y calmando los remordimientos con actos que superficialmente parecen ser de buena intención. Pero no porque nacen de una voluntad de hacerles sentirse bien a los demás. No. Sólamente para construir una fachada de defensa, para evitar que alguién podría descubrirlo, y ¡qué suerte! al mismo tiempo estos actos ayudan a mejorar la reputación de ser esta persona chingona.

(así nos vamos todos tranquilos a casa)

Me gustaría mucho saber si hay momentos en los cuales se pregunta cómo será que se sienten los demás, que es lo que piensan y desean. Pero sin el suplemento: cuál es mi papel en todo esto, qué será que piensan de mí, cuál es la forma más eficaz de reaccionar. Pero aun más me gustaría saber cuál es el remedio para curarlo. Y cómo tratar a él, el centro del mundo, siendo conciente de todo esto.

Y se abre un círculo vicioso: ¿escucho para ayudar o me meto en un asunto que no es mío (que tantas veces me desaconsejan)?

De hecho no me gusta sacar comparaciones exageradas como esta, pero no encuentro otro modo de explicarme: ¿uno es culpable cuando pasa por una violación sin intervenir? ¿o ya es suficiente no ser el violador para no tener la culpa?

A veces no sé si es mejor no escuchar…

1 Kommentar:

  1. Oh, es cierto Martis, qué difícil es no creerse el centro del mundo!!! Supongo que lo valioso es el interés que los demás tienen por las palabras, y eso es bien poco frecuente. Poquísimos lo hacen. Para mí no es cuestión de ayudar (por lo menos no en este sentido): sólo hablar, conocer, saber qué hay otros fuera de mí y que ellos tienen sus vidas y sus propias alegrías y tristezas, luego los comprendo y eso es valioso. Entonces una se siente parte del universo. Como dices, se trata de CONvivir.

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