Donnerstag, 8. Oktober 2009

¿Quién soy?

A veces soy un obstáculo. Para mí misma. Pienso y pienso y veo que no puedo hacer ni decir todo lo que de hecho querría. Siento que estoy paralizada. Siento que una parte de mis pensamientos no me deja aceptar lo que la otra quiere. Así va. Intento controlar y analizar la emoción que nace en el fondo. Pero se me desliza. Y la agarro, y se desliza…

Cuando entra ella, pidiendo una ayuda a los pasajeros del camión, empieza la lucha. Si se lo doy a ella, tendré que darle unos pesos también a la que sigue, y a la que sigue y así sigue. Así me lo enseñaron - ¡dile que no! Soy una persona en el camión que cuenta sus pesitos, que piensa en las pocas ganas de ir al cajero después, que piensa en las costumbres que le han enseñado. Soy una persona en un camión, que pasa por una calle. Pienso en la soma al fin del año, que he gastado en regalarles dinero. Pienso en que siempre he trabajado para ganar el dinero, y por qué no lo hacen ellos. Pienso en que seguro también ganaría mucho pidiendolo a los demás. Estoy paralizada.

Y en un rato me doy cuenta que estoy hablando sólo con esta una parte de mis pensamientos, que me ocupó tanto que ni he tenido tiempo para prestarle atención a la otra. Me alejo de la primera y le doy chance. De repente estoy muy lejos del camión, de la calle. De repente lo veo pasar, como un puntito en un mapa, me alejo más y más, con una velocidad inmensa. Ya no veo el puntito. Soy una persona que sostiene un globo en las manos. Intento adivinar cuántos más puntitos habrá. Cuántas más ellas habrá. Cuántas más yo habrá. Y me recuerdo de que he tenido mucha suerte por pertenecer a las muy pocas yo. Veo el tiempo, los pocos años que tengo para pasar en este globo. Serán unos 70 si me porto bien? Como pasan rápido. Veo el tiempo antes y después de estos 70, el globo continua dando vueltas. Ellas continuan pidiendo. Las yo continuan pensando en que si le dan los cuantos pesos o no. Soy una etapa de 70 años. Al máximo. ¿Y el dinero qué es?

De hecho es un bastón, que unos tienen y pasean a gusto, y otros no - tardan más a llegar al destino por andar cojeando y cayendo sobre piedras. ¿Pero pues cuál destino? ¿Tengo que correr con este mi bastón? ¿Para qué corro? ¿Hay alguién o algo esperándome que cuando muera va a importarme? ¡Creo que después de mis 70 años todo perderá la importancia! Mejor lo compartimos, mi bastón, y caminamos con la misma velocidad, juntos, platicando, disfrutando este bello paseo. Esto, cuando muera, me dará gusto recordarlo.

¡Ojalá si fuera tan fácil! Pero por lo menos - de regreso en mi asiento - ya sé que los pesos, igual cuantos sean, no me darán una vida mejor, un mejor camino, pues al contrario…

Keine Kommentare:

Kommentar veröffentlichen